La fuente de Cibeles, o La Cibeles (como la llamamos los madrileños) es, sin duda, uno de los símbolos de la ciudad. Todo el mundo la conoce, pero muy poca gente conoce el secreto que guarda, que está muy vinculado con la mitología. ¿Crees que conoces bien uno de los monumentos más famosos de la ciudad? ¡Sigue leyendo!
¿Te has fijado alguna vez que los leones del Palacio de Congresos tienen una posición muy similar a los de Cibeles?
La fuente de Cibeles está compuesta por la figura de la diosa, obra de Francisco Gutiérrez, sentada en un carro tirado por dos leones, obra de Roberto Michel.
Pero al igual que en los leones del Congreso, los leones de la fuente de Cibeles no se miran. De hecho, al igual que en el Congreso, estos dos animales no son dos leones, sino un león y una leona (el hecho de que ambos tengan melena no es más que una mera cuestión estética). Y es que esto no es ningún capricho del escultor, los leones representan la historia de Hipómenes y Atalanta.
Atalanta era una niña que fue abandonada por su padre, que deseaba tener un hijo varón. La pequeña fue criada por unos cazadores que la educaron para ser una gran atleta y cazadora. A medida que la niña crecía, también crecía la fama de su belleza y, por tanto, su número de pretendientes, por los que Atalanta no mostraba ningún tipo de interés.
Sin embargo, su padrastro estaba decidido a obligarla a casarse, convencido de que era lo mejor para ella, por lo que llegaron a un pacto: solo se casaría con aquel hombre que fuera capaz de ganarla en una carrera, estando ella segura de que nadie lo conseguiría.
Así, fueron pasando frente a ella numerosos pretendientes que, al ser derrotados, eran condenados a muerte. Pero entre ellos había un joven pícaro llamado Hipómenes, descendiente de Poseidón. Hipómenes hizo un trato con Afrodita, le pidió tres manzanas doradas del jardín de las Hespérides.
En la carrera, Hipómenes dejaría caer las manzanas. La joven impresionada por su aspecto y dejándose llevar por su avaricia femenina, se pararía a recogerlas, oportunidad que aprovecharía Hipómenes para avanzar más rápido y ganar la carrera. Así fue como este consiguió derrotar a Atalanta y que se casara con él, que no tardó en enamorarla. Pasados varios años de felicidad, tras un día de caza entraron en un templo de la diosa Cibeles y tuvieron relaciones sexuales dentro, un hecho que enfureció a la Diosa que decidió castigarlos, condenándolos a tirar de su carro, juntos para toda la eternidad pero sin poder mirarse.
Si vais al Museo del Prado podéis contemplar el cuadro de Guido Reni, donde se representa la carrera entre Hipómenes y Atalanta. Con esta recogiendo las manzanas doradas que Hipómenes había lanzado al suelo.
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