“Un 25 de agosto, en 1845, nació en el Palacio de Nymphenburg, en Múnich, Luis II de Baviera, más conocido como El Rey Loco…“
Y así es como normalmente se empezaría a relatar la vida de Luis II de Baviera. Pero, ¿qué pasaría si te decimos que quizás ni siquiera nació el 25 de agosto?
La vida del autor del castillo más famoso del mundo, “Neuschwanstein“, ha estado rodeada de auténtico misterio y es, sin duda, fascinante. Sin embargo, aún hay muchos aspectos de su vida y curiosidades en torno a la construcción de sus castillos que por desgracia no son muy conocidos.
Puede que esto también tenga que ver con que la historia real ha trascendido hasta mezclarse con lo que podían haber sido simples leyendas para hacer de su vida, si cabe, una historia aún más interesante y romántica. ¿Y a quién no le gusta la idea de un Rey de cuento hecha realidad?
Luis II de Baviera, un Rey diferente
La tarde del 24 de agosto de 1845, María de Prusia -mujer de Maximiliano II de Baviera-, se pone de parto. El bebé en cuestión iba a ser bautizado con el nombre de Otto.
Después de hacerse de rogar durante varias horas, la criatura llega finalmente al mundo minutos antes de que den las 12 de la noche, es decir, ya casi 25 de agosto, día de San Luis de Francia. Casualmente el santo del abuelo Luis I de Baviera, al que le habría hecho mucha ilusión que el primogénito naciese el día de su onomástica para además tener la excusa de llamarlo como él…
Pues no se hable más, Luis II, que no Otto, nace el día en que se cumpliera el deseo de su abuelo.
De esta manera, podemos hacernos a la idea de lo que sería la vida de un rey al que le habían impuesto hasta el día en que debía venir al mundo.
Desde pequeño pasaba los días con su hermano -al que ya nadie le había quitado el nombre de Otto- jugando y descubriendo en los alrededores de Schwangau “El pueblo del Cisne“, donde su padre había demolido las ruinas de un castillo abandonado por los antiguos señores feudales de la zona, para construir Hohenschwangau.
A Luis le interesaba mucho la construcción, y se dice que ya de pequeño recogía pequeños trozos de madera y piedras para imitar algunos edificios de Múnich, llegando incluso a copiar la Frauenkirhce, eso sí… para después disfrazarse de monja y jugar alrededor.
Sin duda era un niño especial. Tímido y sensible, pero también cariñoso, sobre todo con su madre. Siempre mostró un gran entusiasmo por la música y la literatura, artes que lo transportaban a un mundo muy lejano y distinto del que le había tocado vivir.
Desde que presenciase la obra de Wagner “Lohengrin“, en la ópera de Múnich al cumplir los dieciséis años, quedaría enamorado del cisne que representa la figura del caballero y se obsesionaría hasta incluso hacerse llamar como este bello animal por su prima Sissi de Austria, a la que él, a su vez, llamaba cariñosamente “Águila“. Curioso es cuanto, menos, que el autor del cuento infantil “El Patito Feo“, Christian Andersen, visitase a la familia como amigo de vez en cuando para contarle historias a los pequeños…
¿Se vería Luis reflejado en ese patito que alguna vez debía convertirse en cisne?
Descrito como un hombre muy apuesto y de intimidante mirada, se preocupaba mucho por su aspecto, llegando incluso a colocarse rulos para provocar esos rizos que imitan la silueta de… sí, un cisne.
Sabiendo todo esto, no nos extraña que decidiera llamar a su castillo más emblemático, Neuschwanstein, el “Nuevo Cisne de Piedra“. Muy meticuloso, perfeccionista y metódico en todo lo que hacía, no le gustaba nada el acento bávaro, por lo que se empeñaba en hablar en Hochdeutsch.
Tras un tortuoso paso por un trono con el que no se sentía identificado, se alejó del pueblo que siempre lo había arropado, hasta que dejó el reinado a su suerte y se abrazó a la soledad.
Hacer vida nocturna le parecía más fácil que vivir de día y así es como empezaron a llamarlo también “El Rey Luna“. Luis sentía gran admiración por Luis XIV de Francia “El Rey Sol“ y, teniendo en cuenta su reinado absolutista y la frustración que sintió nuestro Luis por no poder reinar él también de esta manera…, no podemos evitar pensar en cómo de caprichoso es a veces el destino.
Su triste final a la edad de 40 años sigue estando sujeto a preguntas que quedarán para siempre sin respuesta. Nosotros nos quedamos con lo que vino después, pues encontraron un disfraz de Lohengrin en su habitación con el que había estado fantaseando.
Puede que a Luis le tocase vivir en un tiempo que no era el suyo, pero en el tiempo en que nosotros vivimos, es un rey recordado con nostalgia por el pueblo bávaro, ¡hasta el punto de tener su propio club de fans!
Puedes echarle un vistazo a la página de “Freunde Koenig Ludwig II“, Amigos del Rey Luis II.
Eso sí, por otro lado, a Luis siempre se le ha conocido con el nombre cariñoso de Kini, que vendría de la palabra König. ¿Conoces esos baños portátiles que se emplean por ejemplo en los festivales o en una obra? Pues hay una empresa que los vende y alquila y se llama Kini… De hecho, ¡su logo es una corona! No hace falta decir más.
Para nosotros, Luis II siempre será el rey de cuento que quiso ser.
¿Por qué construyó Luis II el castillo de Neuschwanstein? ¿Estaba realmente loco? ¿Cómo murió? Esto es solo una pequeña parte de todo lo que encierra la vida de Luis II, ¡hay muchísimo que contar! Así que te invitamos a conocer más acerca de él y Neuschwanstein en nuestro tour al castillo más bonito del mundo.
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